La década de los cincuenta es el período en que se publican o reeditan en España todos sus libros. Es también la de mayor participación en conferencias y recitales, además recibe homenajes y galardones de instituciones hispanas. Por esta época su obra llama la atención de los más conocidos críticos españoles e ilustres personalidades cubanas. A fines de los cincuenta va dejando de escribir poesía y a inicios de los sesenta rompe sus compromisos editoriales, sufre la ausencia del que fuera el máximo impulsor de su obra, en Cuba y el extranjero, su esposo Pablo Álvarez de Cañas. Retorna al enclaustramiento voluntario en que había vivido, no viaja más al extranjero, apenas realiza actividades públicas, excepto las vinculadas con la Academia Cubana de la Lengua.
La Real Academia de la Lengua Española la nomina, en 1984, Candidata al Premio Miguel de Cervantes. En 1985 se publica en La Habana Poesías Escogidas y por primera vez ve la luz su libro de poemas Bestiarium, que demuestra gran imaginación y excelente sentido del humor. Durante estos años dicta conferencias, discursos, recibe premios y condecoraciones y es homenajeada por distintas instituciones culturales cubanas.
Su obra literaria revela la maestría en el manejo del castellano, decantación del lenguaje, poder de síntesis, claridad, sencillez y sobriedad en la expresión lírica. Estas y otras facetas fueron valoradas para otorgarle el 5 de noviembre de 1992, el Premio de Literatura Miguel de Cervantes Saavedra. Su obra se impuso a la de otros ilustres e igualmente merecedores candidatos.
En 1993 viaja por última vez a España, en esta ocasión, a recibir de manos del Rey Juan Carlos el Premio Cervantes.
Lúcida y ágil de mente pero frágil y débil de vista, la primera mujer latinoamericana en recibir tan honorable premio, no pudo leer su discurso, y lo hizo en su nombre el novelista cubano Lisandro Otero; en el mismo expresó "Unir el nombre de Cervantes al mío, de la manera que sea, es algo tan grande para mí que no sabría qué hacer para merecerlo, ni qué decir para expresarlo".
Fe de vida, su última obra, entregada al amigo Aldo Martínez Malo, con la condición de que solo se conociera cuando hubiese cumplido 90 años o después de su muerte, vio la luz en 1993, publicada por Ediciones Hnos. Loynaz, en ocasión de celebrarse en Pinar del Río, el I Encuentro Iberoamericano sobre su vida y obra
La última aparición pública de Dulce María Loynaz, que duró apenas unos minutos por su delicado estado de salud, fue en el mes de abril de 1997, exactamente el día 15, con motivo del homenaje que le rindiera la Embajada de España, en el portal de su casa. Unos días después, en la madrugada del 27 de abril fallece "esta gran dama de América" que estuvo profundamente unida a los destinos y la cultura de su país así como a todo lo hispánico.
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