Thursday, September 30, 2010

Capricho, Alfonsina Storni


Capricho
Alfonsina Storni


Escrutame los ojos, sorprendeme la boca,
Sujeta entre tus manos esta cabeza loca;
Dame a beber veneno, el malvado veneno
Que te moja los labios a pesar de ser bueno.
Pero no me preguntes, no me preguntes nada
De por que llore tanto en la noche pasada;
Las mujeres lloramos sin saber, porque si:
Es esto de los llantos pasaje baladí.

Bien se ve que tenemos adentro un mar oculto,
Un mar un poco torpe, ligeramente estulto.
Que se asoma a los ojos con bastante frecuencia
Y hasta lo manejamos con una ductil ciencia.
No preguntes, amado, lo debes sospechar,
En la noche pasada no estaba quieto el mar.
Nada mas. Tempestades que las trae y las lleva
Un viento que nos marca cada vez costa nueva.

Si, vanas mariposas sobre jardin de Enero.
Nuestro interior es todo sin equilibrio y huero.
Luz de cristaleria, fruto de carnaval
Decorado en escamas de serpientes del mal.
Asi somos, no es cierto? Ya lo dijo el poeta:
Movilidad absurda de inconsciente coqueta.
Deseamos y gustamos la miel de cada copa
Y en el cerebro habemos un poquito de estopa.

Bien; no, no me preguntes. Torpeza de mujer.
Capricho, amado mio, capricho debe ser.
Oh, dejame que ria ... No ves que tarde hermosa?
Espinate las manos y cortame esa rosa.

Donde estés..., Salvador Pliego

I
Es la tentación o el embriago de tenerte,
el deseo abisal de poseerte…
Y es que mi alma vive en tu presencia,
iluminándose debajo de tu pecho,
encima de tus labios, dentro de tu cuerpo.
Vivo en el sentido de tu sombra,
en la latitud glandular de tus aromas,
el iris nonato de tu vientre,
el espacio en que tu pecho
hace en mi pecho el elixir que me exalta
y no soporto tu ausencia
más allá de mi palabra.
II
Vas en busca de la vida
y te me escapas a ratos de las manos.
Entonces te busco:
voy a donde estés, a donde vayas,
a cruzarme en el paraje de la calle,
a defenderme del ruido ensordecedor
que silencian tus vocales,
a hablarte entre lámparas y avenidas.
Sé que estás ahí,
en alguna parte,
en la ciudad, en su bagaje,
y me decido a perseguirte
a donde vayas, donde estés, donde camines.
III
Iré por ti a donde quieras,
donde pises, donde cruces.
Iré escondido
en los ojos de las nubes a buscarte,
tras las correrías y las cercas a husmearte,
para susurrarte versos mientras
te devoras la mañana,
mientras tú ennobleces la ciudad entre sus faldas,
para acariciar la melodía en tu mirada.
Iré escondido entre los rabos de las nubes,
sigilosamente, para no despertar sospecha
y verte de reojo, para ver tus manos
agitando el viento que llega acariciando,
para devolverte un beso agitado
y que la nube me agazape
si me viese sonrojado.
IV
Ahí, donde estés,
entre el barullo y caminando,
en la ciudad, en lo cotidiano,
aquel susurro por las nubes,
aquel salmo enamorado
que se escucha por tu paso,
quizá sea yo:
escondido, flechado, agazapado,
susurrándote al oído,
besándote en los labios.


Salvador Pliego
(Mexicano - Contemporáneo)

Thursday, September 23, 2010

Rubén Dario, QUE EL AMOR NO ADMITE CUERDAS REFLEXIONES


Señora, Amor es violento,
y cuando nos transfigura nos enciende el pensamiento la locura.
No pidas paz a mis brazos que a los tuyos tienen presos:
son de guerra mis abrazos y son de incendio mis besos;
y sería vano intento el tornar mi mente obscura
si me enciende el pensamiento la locura.
Clara está la mente mía de llamas de amor,
señora, como la tienda del día o el palacio de la aurora.
Y el perfume de tu ungüento te persigue mi ventura,
y me enciende el pensamiento la locura.
Mi gozo tu paladar rico panal conceptúa,
como en el santo Cantar: Mel et lac sub lingua tua.
La delicia de tu aliento en tan fino vaso apura,
y me enciende el pensamiento la locura.
Rubén Dario

Wednesday, September 22, 2010

MUJER, Pablo Neruda


Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar al hijo del fondo de la tierra.
Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros,
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.

Pero cae la hora de la venganza y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste!

Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito


Tuesday, September 21, 2010

Julio Cortázar, 10


Se recibe de Maestro Normal en 1932 y Profesor Normal en Letras en 1935 en la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta, de aquellos años surgieron La Escuela de Noche (Deshoras). En aquella época, comenzó a frecuentar los estadios a ver box, donde ideó una especie de filosofía del box “eliminando el aspecto sangriento y cruel que provoca tanto rechazo y cólera” ("La fascinación de las palabras". Admiraba al hombre que siempre iba para adelante y a pura fuerza y coraje conseguía ganar (Torito, Final del juego).

Un día caminando por el centro de Buenos Aires, se topó con un libro de Jean Cocteau, un total desconocido para él hasta aquel momento, titulado Opio, Diario de una desintoxicación. Aquella lectura lo marcaría para el resto de su vida: “sentí que toda una etapa de vida literaria estaba irrevocablemente en el pasado… desde ese día leí y escribí de manera diferente, ya con otras ambiciones, con otras visiones” (“La fascinación de las palabras”, 1997).

Comenzó en la Universidad de Buenos Aires la carrera de Filosofía y Letras, pero comprendió que debía utilizar el título que ya tenía para trabajar y ayudar a su madre. Dictó clases en Bolívar y luego en Chivilcoy. Vivió en cuartos solitarios de pensiones aprovechando todo el tiempo libre para leer y escribir ("Distante espejo" ).

En agosto de 1981 sufrió una hemorragia gástrica y salvó su vida por milagro. Nunca dejó de escribir, fue su pasión aún en los momentos más difíciles. En 1983, vuelta la democracia en Argentina, Cortázar hace un último viaje a su patria, donde es recibido cálidamente por sus admiradores, que lo paran en la calle y le piden autógrafos, en contraste con la indiferencia de las autoridades nacionales. Después de visitar a varios amigos, regresa a París. Poco después le es otorgada la nacionalidad francesa.

Carol Dunlop falleció el 2 de noviembre de 1982, sumiendo a Cortázar en una profunda depresión. Julio murió el 12 de febrero de 1984 a causa de una leucemia. Fue enterrado en el cementerio de Montparnasse, en la misma tumba donde yacía Carol; es tradicional dejar una copa o un vaso de vino y una hoja de papel o un tiquete de metro con una rayuela dibujada junto a la tumba de Cortázar.

Monday, September 20, 2010

DISTANCIA, por Carmen Zayas


Ya no se cuanto cabe en esta idea loca,
no se como seguir, deseando tu boca
y recordando aquello
que nunca jamaz tuvimos
pero que imagine
creyendo que eras mio.
Ya no puedo esperarte,
yo estoy a la deriva,
ya no cuento los dias,
ni los tedios minutos,
y no se si amanece,
o si hay calor o frio,
pero solo imagino
a tu cuerpo y el mio
unidos en un abrazo
que ya me haz prometido.

No tengo mas paciencia,
ya no te espero, es todo,
ando flotando a veces,
cantando algun sonido,
trantando de inventarme,
lo que no hemos tenido,
y que ya no tendremos,
ni aquello que dijimos,
y estaremos distantes,
o tal vez muy unidos,
ya no puedo esperarte,
es de noche, hace frio.

Sunday, September 19, 2010

Julio Cortázar, 9, Rayuela, la anti-novela y el museo imaginario


Con la publicación de Rayuela en 1963, Julio Cortázar asestó su golpe definitivo al discurso tradicional de la novela. Y lo hizo desde dentro, con el reflejo deforme y paródico de un libro que escapaba de su género reafirmándose asimismo como parte de él. En este sentido, cabe destacar la afirmación de Amorós, quien dice que “es absurdo pensar que Rayuela sea un antinovela. (…) Más bien sería un ataque contra las técnicas habituales de la misma”.

¿Y en qué consiste este ataque, esta suerte de revolución? En primer lugar, en la consideración del lector como individuo libre que ha de escapar del dictado del autor para construir así su propia obra. La teoría, cercana a lo que se conoce como “Estética de la recepción”, se manifiesta en la innovadora posibilidad de leer el texto mediante dos procedimientos: la tradicional lectura lineal o siguiendo el orden aleatorio de capítulos propuesto por el autor.

En segundo lugar, Rayuela es lo que se ha considerado “un libro de libros”, una especie de “Biblia en prosa”. En ella no cabe una historia, sino un conglomerado de historias, una recopilación de fragmentos dispersos dispuestos como una muñeca rusa, de forma que los retales, al final, componen el tapiz sin limitaciones espacio-temporales, sin arreglo a ninguna norma que no sea la de construir un libro absolutamente innovador.

Conectamos aquí con el tercer elemento del encabezado de este artículo: la noción de “museo imaginario”. Por su carácter innovador, la obra de Cortázar se erige como un particular manifiesto de una nueva visión de la narrativa, de una nueva forma de hacer literatura. De acuerdo con la máxima tética/antitética, Rayuela es, además de una nueva propuesta, una reacción a lo anterior. Es por ello que, en esta polaridad de lo que se deja atrás y lo que se propone como elementos de la revuelta, el juicio estético y personal del autor estará más que explícito.

A la cabeza de esta valoración estética, en ningún otro capítulo como en el 34 se ejemplifica lo que decimos. En este fragmento del libro, Horacio Oliveira realiza una crítica a la narrativa de Pérez-Galdós desde una perspectiva novedosa: la presentación mediante parejas de pares e impares de dos discursos distintos. Esto es: las líneas pares han de leerse seguidas, obviando las impares. Éstas, a su vez, tendrán su continuación en las consiguientes impares. Confuso a la vez que innovador, el recurso confronta como nunca dos estéticas ya definitivamente enfrentadas.

Para Amorós, no ha de atribuirse a Cortázar esta animadversión a la novelística dieciochesca, sino más bien a su creación, al intelectual divagante que es Horacio Oliveira. Sea como fuere, Rayuela desde su misma innovación fija sus referentes, los modelos admirables a quienes seguir. A través de lo que Lezama Lima denomina “museo imaginario” –“al lado de la galería aporética, la librería délfica soñada por Gracián. Cada libro, por inexplicable, imprescindible. Julio Verne al lado de Roussel.

Todo lo pensado puede ser imaginado”- las páginas son salas museísticas donde contemplar los referentes del enorme cronopio argentino, que traspasan las lindes de la literatura. Y ¿quiénes ocupan esos expositores, qué autores son fragmentos del enorme collage de citas y referencias que es Rayuela?



Nació en la embajada de Argentina en Bélgica, en Ixelles, distrito de Bruselas, el 26 de agosto de 1914. Nacimiento de Julio Florencio Cortázar, hijo de Julio Cortázar y María Herminia Descotte. "Mi nacimiento (en Bruselas) fue un producto del turismo y la diplomacia", declaró años después. En ese entonces Bruselas estaba ocupada por los alemanes. Siempre se afirmo cierta relación de su padre con el cuerpo diplomático argentino; sin embargo, Eduardo Montes-Bradley en Cortázar sin barba (Random House Mondadori, Debate, 2004), dice que estos datos son producto de la mitología familiar, al igual que el supuesto y posterior abandono del padre. Sus padres, María Herminia Descotte y Julio José Cortázar, eran argentinos. Hacia fines de la Primera Guerra Mundial, los Cortázar lograron pasar a Suiza gracias a la condición alemana de la abuela materna de Julio, y de allí, poco tiempo más tarde a Barcelona, donde vivieron año y medio. Jugó con frecuencia en el Parque Güell con otros niños y las mayólicas coloridas perduraron en su memoria. A los cuatro años volvieron a Argentina y pasó el resto de su infancia en Banfield, Buenos Aires, junto a su madre, una tía y Ofelia, su única hermana (un año menor que él). Vivió en una casa con fondo (Los Venenos, Deshoras, están basados en sus recuerdos infantiles), pero no fue totalmente feliz. “Mucha servidumbre, excesiva sensibilidad, una tristeza frecuente”. (Carta a Graciela M. de Sola, París, 4 de noviembre de 1963). Conoció, gracias a su madre, al escritor a quien admiraría por el resto de su vida: Julio Verne.

“Pasé mi infancia en una bruma de duendes, de elfos, con un sentido del espacio y del tiempo diferente al de los demás” (revista Plural n°44, México 5/1975). Cortázar fue un niño enfermizo y pasó mucho tiempo en cama, por lo que la lectura fue su gran compañera. Su madre le seleccionaba lo que podía leer, convirtiéndose en la gran iniciadora de su camino de lector, primero, y de escritor después. Declaró: ”Mi madre dice que empecé a escribir a los ocho años, con una novela que guarda celosamente a pesar de mis desesperadas tentativas por quemarla” (revista Siete Días, Buenos Aires, 12/l973). Leía tanto que algún médico llegó a recomendarle leer menos durante cinco o seis meses y salir más a tomar un poco de sol. Muchos de sus cuentos son autobiográficos, como Bestiario, Final del juego, Los venenos o La Señorita Cora, entre otros.

Saturday, September 18, 2010

Julio Cortázar, 8, Para ti, Allá, Julio, donde estés

En la esquina de una habitación, en aquel departamento parisino en el que vivió sus últimos años Julio, y también Carol, hallamos a Julio de espaldas a una puerta que está abierta a la blancura. La luz que entra, no sólo por la ventana que le da ángulo al cuerpo de Julio; la pared, la cajonera —sobre la que hay un radio—, y más arriba un cuadro enmarcando el dibujo de un gato a pluma, y claro, el librero que se asoma al encuadre, todo es barnizado por el blanco de la fotografía, tal vez incluso de la realidad. Abajo, junto a Julio, que está sentado en el suelo y se recarga en el pretil de la puerta abierta, y si acaso pudiera estirar más su pie tocaría la mesita. Sobre la que tiene una taza de café en su correspondiente platito, y junto algo que —indudablemente— parece un bote de Nescafé: “Siempre que una persona tiene una lata de Nescafé me doy cuenta de que no está en la última miseria; todavía puede resistir un poco”.

Mirarte ahora, esta vieja fotografía que trae tu mirada de gato verde y tú —Julio— eres la única ventana de la esfera que hace de la vida un juego inesperado, siempre bien agradecido y lleno de huellas púrpuras que te esconden por debajo tantas cuartillas con interminables caminatas, un café escondido por un caracol y un pucho que enciende un cigarro, o más bien, un cigarrillo. Una pequeña frase es suficiente para escuchar tu voz e imaginar que andas por ahí mirando siempre por encima del hombro, diciendo vaya a saber qué.

Julio está sentado en el suelo, y en una mano sostiene una cámara profesional de fotografía. Tiene sus piernas en ele, como si no hubiera otra forma de acomodar sus dos metros de estatura en aquel rincón. La expresión de Julio es una muy peculiar, no mira a la cámara, más bien es sorprendido desde la ventana que da al balcón, ese balcón que en la parte de la recámara abierta se hace silla, bolsa, acero borroneado por la bruma, y que en el preludio de alcanzar a Julio y a Heidegger se hace casi página en blanco, se hace también mecedora de granadillo y mimbre. Julio precisamente señala con un dedo y con una sonrisa ese ser que se asoma desde el balcón, que coloca su pata en la ventana y lo observa, y se reconocen como dos gatos que son incapaces de presumir la sabiduría que hay más allá de sus miradas.

Hay una cita en esta tierra de papel rayado que te encuentra altísimo y sorprendido, con barba o sin barba, con lentes o sin lentes, con la mano recargada en el rostro o sosteniendo la trompeta. Y esa sonrisa de placidez aunque se tengan los zapatos inundados en lluvia, y seas tú el que frota la mente dentro de un caleidoscopio de la escritura, en el reflejo Rembrandt que ilumina toda figura literaria fuera de sus casillas, pululando hacia los lados en lugares siempre insólitos.

El gato —Heidegger— es el detonante del instante que hace posible la sonrisa de Julio y el movimiento de su mano hacia arriba, como si el acto siguiente fuera acercar el dedo al vidrio, y entonces recorrer con un dedo la humedad del vidrio sobre la que descansa la bruma y la mirada de Heidegger, un juego de perspectiva para seguir sonriendo, para después abrir la ventana y dejar que entre. Tomar esa taza de café y respirar la mañana, dar de comer al gato como si el tiempo fuera eterno.

El impacto sufrido por esta fotografía, el puctum, diría Barthes, fue la taza de café,
precisamente esa taza de café tan reconocida por mí,
esa taza que descansa sin premura alguna sobre nuestras mesitas,
esa taza que por supuesto, y esto lo sabía de sobra Julio, un buen día no está,
ese gato que también se va,
esa bruma de tarde o mañana que vuelve siempre con otras personas,
ese tiempo que el jazz puede eternizar en nuestros radios,
esos cuadros que inmovilizan el tiempo,
la cajonera de la que hoy puedo sacar unos cigarros y mañana, tal vez no sea yo la que cierre la puerta o vea las nubes desde mi ventana, acaricie a mis gatas, y la vida, la vida me sorprende tanto que ese instante fue, ese instante es en un libro, es en la memoria de nadie, sólo lo que yo pueda imaginar, esa sonrisa que en su momento se apagó y se volvió a encender —yo no sé cuántas veces más— pero un día se apagó del todo, un día ese cuerpo recargado en el pretil de la ventana terminó en el cementerio de Montparnasse, un catorce de febrero para ser románticos, Julio, ¿a quién nos dirigimos cuándo vemos fotografías como ésta?

Las ideas —después de sostener tu voz ronca sobre cualquier libro— van subiendo en popote ondulado, sobrepasan todo sueño de atmósfera cronopial, porque derribas el universo deletreado entre realidad y ficción, muerte y vida.
No es un querer superfluo,
no es la obra de arte que se admira sin entender,
no es la magia y las frases comunes de tantas personas que han evocado tu nombre;
es lo que encierra toda noción de paradigma contenido en lo que tu dedo muestra, cual pajarito mandón, de lo que es-estar-aquí;
respirando,
bajo la nube que se parece tanto a
fumando un cigarro mientras buscas
Comprender; no la escritura,
el tiempo recubierto por ese musgo que es el amor.
La comezón de vivir todos y cada día que se suponen en la vida misma.

(Parece complicado) Sólo es saber desde allá: en donde te encuentras en este mismo tiempo, vivo y muerto, siendo dentro de la telaraña de rocío, o el pato que nunca mira porque corta el lago y lo hace infinito, nimio. Este es el cielo y la tierra causa de interminable persecución.

Después, ya no hay remedio. Se tiene una solución más amable del presente, de la anegada rutina y mañana, ayer —que es lo mismo— no se regresa al mismo sitio, porque cada momento es violentado por una cuchara pequeña, un guiñapo de casualidad, un acuario, un cordón de brownie que ahorca nuestro dedo y es suficiente —Julio, siempre ahí pero dónde, cómo— porque una frase se convierte en el transporte ideal para llegar hacia aquel lado que no imaginas, ni inventas, simplemente solucionas.
Y qué alivio para respirar hondo y saberse dentro.

¿Y entonces por qué duele?

¿Cómo soltar la realidad (nuestro fragmento de pieza amaneciendo a destiempo) a situaciones análogas?

¿Cómo entonces..?

—Sábelo allí, donde estés—
Te veo sentado en la cocina de la abuela, el piso está inundado y te empapa los zapatos. Ves detenidamente el calendario, exhalas humo.

Giras la cabeza y me ves.

No te sorprendes.

Sonríes.

Te hago una pregunta.

Mi sueño es la pregunta, todo ese tiempo que sólo cabe en mi mente.
Aprietas tu dedo contra mi boca, como tantas veces lo he leído, ese gesto que consiste en vaciar verticalmente nuestro encuentro para ponerlo a salvo y aguardar, esperar el remedio que parece salir fuera de control, como si pudieras medir con alfileres una época que no me corresponde, tampoco a ti, y esa tristeza se va flotando como botella al mar para tus ojos, esa manita que se alarga sin poder tocarte. Y duele tanta precipitación a lo fantástico, ese constante arrancar la costra del desahogo y los buenos días acostumbrados casi traumáticos. Huele a lluvia de literatura, a ceniza fresca, a silencio encerrado, y cada vez que miro sigues ahí, con ese mismo guiño, con esa distancia que marca una raya de comienzo y fin.

Cuando me doy cuenta del mundo es demasiado tarde, otra vez sentada en la alfombra, y el amor no se aprende de ir a la escuela todos los días, hay otras formas, la sensibilidad se encarna en otro lado que no es la realidad, de tu lado que no conocí y que sólo conozco con la nariz pegada al cristal. Las noches de recargar la espalda y mirar en el humo del cigarro la silueta de los sentimientos, abrir la ventana y ver la ciudad deslavada. Allá enfrente hay una casa en el abandono y le crecen plantas, aquí estás tú en una postal con los hombros cobrizos, pecas, barba, sombrero y pipa. Julio, sólo respondes con el perfil disecado por una Polaroid, con palabras impresas por Sudamericana, con migajas que una va recogiendo poco a poco para quedar atrapada por el mundo-Julio y el mundo que, inevitablemente, ya está construido. Este andar con una solemnidad de atardecer, de brusca efervescencia y desvarío.

Llego atrapada por el agua que sale por debajo de la puerta. Entro a la cocina en la que observas un calendario. Y te pregunto. Tú me miras sin sorpresa, como si estuvieras a punto de pedir un café y volver al calendario. Tal ves tú lo sabes, allí, donde estés.

Te veo, y es la fotografía la que me sabe a un secreto voluntario en el tiempo, como si lo hubieras dejado de antemano para estupefacción de cada vellito en mis brazos, que quisieran tenerte por un momento, un momento de tantos. A veces es preciso abandonar esta llamada externa al espacio, encontrarte de la manera más sencilla sin mover el paño del cristal, sin vivir antes, sin ser tú más viejo o más alto, tan sólo tirar de las palabras como pétalos a un camino transparente en la memoria, premeditado, ya conocido, arrojar este texto con la voluntad de una valkiria enamorada.
Allá, Julio, donde estés.


Idalia Sautto
Escritora mexicana (México, D.F., 1984). Estudiante de historia en la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam). Egresada de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem). Ha publicado el libro de cuentos y poemas Una vida tan llena de esdrújulas (Torres Asociados, México, 2007) y, además, un cuento suyo aparece en la antología Paso al frente. Ha participado en talleres literarios coordinados por los poetas Maricruz Patiño y Agustín Jiménez. Actualmente es asistente y ayudante en clase del filósofo Alberto Constante en un seminario sobre Heidegger.

Thursday, September 16, 2010

Julio Cortázar, 7, Rayuela-Capitulo 7


Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca,
voy dibujándola como si saliera de mi mano.
como si por primera vez tu boca se entreabiera,
y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar.
Hago nacer cada vez la boca que deseo,
la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara,
una boca elegida entre todas,
con soberana libertad elegida por mí
para dibujarla con mi mano en tu cara,
y que por un azar que no busco comprender
coincide exactamente con tu boca
que sonríe por debajo de mi mano que la dibuja.


Me mirás, de cerca me mirás, cada vez más de cerca
y entonces jugamos al cíclope,
nos miramos cada vez más de cerca
y los ojos se agrandan, se acercan entre si,
se superponen y los cíclopes se miran ,respirando confundidos,
las bocas se encuentran y luchan tibiamente
mordiéndose con los labios,
apoyando apenas la lengua
entre los dientes, jugando en sus recintos,
donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio.
Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo,
acariciar lentamente la profundidad de tu pelo
mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces,
de movimientos vivos ,de fragancia oscura.
Y si nos mordemos el dolor es dulce,
y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento,
esa muerte es bella.
Y hay una sola saliva
y un solo sabor a fruta madura
y yo te siento temblar como una luna en el agua.

"Rayuela-Capitulo 7 " (Julio Cortázar)



Wednesday, September 15, 2010

Julio Cortázar, 6- Rayuela- Capítulo 93, fragmentos


"Pero el amor, esa palabra...
Moralista yo, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas,
desconcertado y arisco en la ciudad, donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos.
Amor mío, no te quiero por vos o por mí, ni por los dos juntos,
no te quiero porque la sangre me llame a quererte,
te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado,
ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto,
porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí,
no te alcanzo, no paso de tu cuerpo o de tu risa(...)
...para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo(...)
Claro que te curarás, porque vivís en la salud,
después de mi será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños.
Stop, ya está bien así(...)
Por qué stop?
Por miedo a empezar las fabricaciones, son tan fáciles.
Sacás una idea de ahí, un sentimiento de otro estante,
los atás con ayuda de palabras y resulta que te quiero.
Total parcial: te quiero.
Total general: te amo:
Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a alguien y casarse con él.
Lo eligen, lo juro, los he visto.
Como si se pudiese elegir en el amor, como si el amor no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio .
Vos dirás que lo eligen por que lo aman, yo creo que es al revés.
Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.(...)
Al despedirnos éramos como dos chicos que se han hecho estrepitosamente amigos en una fiesta de cumpleaños y se siguen mirando, mientras los padres los tiran de la mano y los arrastran y es un dolor dulce y una esperanza y se sabe que uno se llama... y el otro ...y basta para que el corazón sea como una frutilla y...
Por qué no?
Hablo de entonces y no de este balance en que ya sabemos que el juego está jugado."

"Rayuela" Capítulo 93 Julio Cortázar




Julio Cortázar nació en Bruselas el 26 de Agosto de 1914, de padres argentinos. Su padre trabajaba como técnico en economía en la delegación comercial de la embajada de su país. Huyendo de la Primera Guerra Mundial, llegó a la Argentina a la edad de cuatro años. Adoptó su definitiva nacionalidad en ese país. Pasó la infancia en Bánfield. Solitaria y bastante atormentada, fuertemente marcada por el abandono de su padre, cuando él tenía seis años. Desde pequeño demostró tener dotes literarias, cualidad que se puede apreciar en los numerosos escritos de aquella época.Gracias a una beca del gobierno francés se instaló en París para cursar estudios; sus primeros trabajos fueron traducciones de Poe y Yourcenar para poder sobrevivir, posteriormente trabajó como traductor independiente de la Unesco, en París, viajando constantemente dentro y fuera de Europa. En París, Cortazár comienza a valorar lo que había dejado en América, especialmente en Argentina. Vive en una constante lucha entre el recuerdo y el olvido, puesto que deseaba recrear los detalles de su lejana patria. A principios de los años setenta, solicita la nacionalidad francesa.Fue un fiel amante de la música, especialmente del jazz que frecuentemente aparecía en sus obras, puesto que afirmaba que su actitud en el momento de escribir cuentos era similar a la de un músico al minuto de improvisar.)

Monday, September 13, 2010

Julio Cortázar, 5- After Such Pleasures


Esta noche, buscando tu boca en otra boca,
casi creyéndolo, porque así de ciego es este río
que me tira en mujer y me sumerge entre sus párpados,
qué tristeza nadar al fin hacia la orilla del sopor
sabiendo que el placer es ese esclavo innoble
que acepta las monedas falsas, las circula sonriendo.

Olvidada pureza, cómo quisiera rescatar
ese dolor de Buenos Aires, esa espera sin pausas ni esperanza.
Solo en mi casa abierta sobre el puerto otra vez empezar a quererte,
otra vez encontrarte en el café de la mañana
sin que tanta cosa irrenunciable hubiera sucedido.
Y no tener que acordarme de este olvido que sube
para nada, para borrar del pizarrón tus muñequitos
y no dejarme más que una ventana sin estrellas
.

Sunday, September 12, 2010

Julio Cortázar,4, Hablen, tiene tres minutos


De vuelta del paseo
donde junté una florecita para tenerte entre mis dedos un momento,
y bebí una botellas de Beaujolais, para bajar al pozo
donde bailaba un oso luna,
en la penumbra dorada de la lámpara cuelgo mi piel
y sé que estaré solo en la ciudad
más poblada del mundo.
Excusarás este balance histérico, entre fuga a la rata y queja de morfina,
teniendo en cuenta que hace frío, llueve sobre mi taza de café,
y en cada medialuna la humedad alisa sus patitas de esponja.
Máxime sabiendo
que pienso en ti obstinadamente, como una ciega máquina,
como la cifra que repite interminablemente el gongo de la fiebre
el loco que cobija su paloma en la mano, acariciándola hora a hora
hasta mezclar los dedos y las plumas en una sola miga de ternura.
Creo que sospecharás esto que ocurre,
como yo te presiento a la distancia en tu ciudad,
volviendo del paseo donde quizá juntases
la misma florecita, un poco por botánica,
un poco porque aquí,
porque es preciso
que no estemos tan solos, que nos demos
un pétalo, aunque sea un pasito, una pelusa.

Saturday, September 11, 2010

Julio Cortazar, 2 -Carta y poema por la muerte del Che

La muerte del “Che”
París, 29 de octubre de 1967
Roberto, Adelaida, mis muy queridos:
Anoche volví a París desde Argel. Solo ahora, en mi casa, soy capaz de escribirles coherentemente; allá, metido en un mundo donde sólo contaba el trabajo, dejé irse los días como en una pesadilla, comprando periódico tras periódico, sin querer convencerme, mirando esas fotos que todos hemos mirado, leyendo los mismos cables y entrando hora a hora en la más dura de las aceptaciones. Entonces me llegó telefónicamente tu mensaje, Roberto, y entregué ese texto que debiste recibir y que vuelvo a enviarte aquí por si hay tiempo de que lo veas otra vez antes de que se imprima, pues sé lo que son los mecanismos del télex y lo que pasa con las palabras y las frases. Quiero decirte esto: no sé escribir cuando algo me duele tanto, no soy, no seré nunca el escritor profesional listo a producir lo que se espera de él, lo que le piden o lo que él mismo se pide desesperadamente. La verdad es que la escritura, hoy y frente a esto, me parece la más banal de las artes, una especie de refugio, de disimulo casi, la sustitución de lo insustituible. El Che ha muerto y a mí no me queda más que silencio, hasta quién sabe cuándo; si te envié este texto fue porque eras tú quien me lo pedía, y porque sé cuánto querías al Che y lo que él significaba para ti. Aquí en París encontré un cable de Lisandro Otero pidiéndome ciento cincuenta palabras para Cuba. Así, ciento cincuenta palabras, como sin uno pudiera sacarse las palabras del bolsillo como monedas. No creo que pueda escribirlas, estoy vacío y seco, y caería en la retórica. Y eso no, sobre todo eso no. Lisandro me perdonará mi silencio, o lo entenderá mal, no me importa; en todo caso tu sabrás lo que siento. Mira, allá en Argel, rodeado de imbéciles burócratas, en una oficina donde se seguía con la rutina de siempre, me encerré una y otra vez en el baño para llorar; había que estar en un baño, comprendes, para estar solo, para poder desahogarse sin violar las sacrosantas reglas del buen vivir en una organización internacional. Y todo esto que te cuento también me averguenza porque hablo de mí, la eterna primera persona del singular, y en cambio me siento incapaz de decir nada de él. Me callo entonces. Recibiste, espero, el cable que te envié antes de tu mensaje. Era mi única manera de abrazarte, a ti y a Adelaida, a todos los amigos de la Casa. Y para ti también es esto, lo único que fui capaz de hacer en esas primeras horas, esto que nació como un poema y que quiero que tengas y que guardes para que estemos más juntos.


Che
Yo tuve un hermano.
No nos vimos nunca
pero no importaba.
Yo tuve un hermano
que iba por los montes
mientras yo dormía.
Lo quise a mi modo,
le tomé su voz
libre como el agua,
caminé de a ratos
cerca de su sombra.

No nos vimos nunca
pero no importaba,
mi hermano despierto
mientras yo dormía,
mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.

Ya nos escribiremos. Abraza mucho a Adelaida. Hasta siempre,
Julio

Friday, September 10, 2010

Julio Cortázar-1


Julio Cortázar
Hijo de padres argentinos, nació en Bruselas en 1914 y residió en Buenos Aires desde los cuatro años. Trabajó como maestro en varios pueblos argentinos y posteriormente se graduó en Letras. Bajo el seudónimo de Jorge Denis publicó su primer libro de poemas, «Presencia», en 1938. Gracias a una beca del gobierno francés, se instaló en Paris en 1951 donde además se dedicó a las traducciones para mejorar su situación económica. Posteriormente se vinculó a la Unesco trabajando allí hasta su jubilación. Además de numerosas novelas y escritos, sobresale su poema dramático «Los Reyes» en 1949.Murió en Paris en 1984.


Escritor, poeta e intelectual argentino, considerado uno de los escritores más innovadores y originales de su tiempo. Julio Cortázar nació en la embajada de Argentina en Ixelles (Bélgica) y al tiempo se trasladaron a Suiza y luego a Barcelona (España) hasta volver en 1918 a Buenos Aires (Argentina).
En 1932 se recibe de Maestro Normal en 1932 y Profesor Normal en Letras tres años más tarde.

Comenzó a trabajar como profesor de Lengua y Literatura francesa en varios institutos de la provincia de Buenos Aires, y más tarde en la Universidad de Cuyo.
En 1951, Julio Cortázar consiguió una beca para realizar estudios en París (Francia) y una vez instalado pasó a ser traductor de la UNESCO, trabajo que desempeñó hasta su jubilación. Contrajo matrimonio en 1953 con Aurora Bernárdez, una traductora argentina radicada en París.
En 1963 visitó Cuba y su compromiso político y social con América Latina se afianzaría en forma definitiva.
El refinamiento literario que comenzó a tener Julio Cortázar, sus lecturas casi inabarcables, y su incesante fervor por la causa social, lo erigen como una figura de deslumbrante riqueza. En 1970 viaja a Chile, donde se solidariza con el gobierno de Salvador Allende y de regreso hace una escala en Argentina. En 1983, con el regreso de la democracia en Argentina, Julio Cortázar hace su último viaje, donde es recibido cálidamente por sus admiradores pero en forma indiferente por el gobierno. Tiempo después retorna a París donde le otorgan la nacionalidad francesa. Muere en 1984 a causa de una leucemia.
Julio Cortázar rompió los moldes clásicos mediante escritos que escapan de la linealidad temporal y donde los personajes adquieren autonomía y una profundidad asombrosa.

Wednesday, September 8, 2010

Canción de la espera, Jose Angel Buesa

Espero tu sonrisa y espero tu fragancia
por encima de todo, del tiempo y la distancia.
Yo no sé desde dónde, hacia dónde, ni cuándo
regresarás... sé sólo que te estaré esperando.

En lo alto del bosque y en lo hondo del lago,
en el minuto alegre y en el minuto aciago,
en la función pagana y en el sagrado rito,
en el limpio silencio y en el áspero grito.

Allí donde es más fuerte la voz de la cascada,
allí donde está todo y allí donde no hay nada,
en la pluma del ala y en el sol del ocaso,
yo esperaré el sonido rítmico de tu paso.

Comprendo que de mí ya se ría la gente
al ver cómo te espero desesperadamente.
Cuando todos los astros se apaguen en el cielo,
cuando todos los pájaros paralicen el vuelo
cansados de esperarte, ese día
lejano yo te estaré esperando todavía.

No importa: aunque me digan todos que desvarío,
yo te espero en las ondas musicales del río,
en la nube que llega blanca de su trayecto,
en el camino angosto y en el camino recto.

Niño, joven o anciano, sonriendo o llorando,
en el alba o la tarde, yo te estaré esperando,
y si me convenciera que ese ansiado día
no habría de llegar, también te esperaría.



Biografía: José Angel Buesa, nacido un 2 de septiembre de 1910. En Cruces, ciudad de la antigua provincia de Las villas, ahora Cienfuegos, Cuba.

Comienza en el mundo de la poesía a los 7 años de edad, edad a la que empieza a escribir sus primeros versos. Al llegar a la adolescencia, marcha a Cienfuegos a continuar sus estudios en el Colegio de los Hermanos Maristas. La gente, los cañaverales, y todo el medio ambiente de Cienfuegos, ejerce un embrujo en el alma del poeta y este empieza a plasmar en sus versos la magia destelleante del paisaje que lo rodea. Aun joven, deja a Cienfuegos para irse a trabajar a la Habana, donde la rutina de su empleo le da tiempo para tomar parte activa en los grupos literarios existentes en aquel entonces.

Por ese entonces empieza a publicar sus libros, Sus principales obras son: La fuga de las horas (1932), Misas paganas (1933), Babel (1936), Canto final (1936), Oasis, Hyacinthus, Prometeo, La Vejez de Don Juan, Odas por la Victoria y Muerte Diaria (todas de 1943), Cantos de Proteo (1944), Lamentaciones de Proteo, Canciones de Adán (ambas de 1947), Poemas en la Arena, Alegría de Proteo (ambas de 1948), Nuevo Oasis y Poeta Enamorado (1949).

Buesa se ve obligado a abandonar cuba para empezar una peregrinacion por varios paises, España, Islas Canarias El Salvador, y Santo Domingo Republica Dominicana donde muere en 1982.

Monday, September 6, 2010

Canción del Viaje, Jose Angel Buesa


Recuerdo un pueblo triste y una noche de frío
y las iluminadas ventanillas de un tren.
Y aquel tren que partía se llevaba algo mío,
ya no recuerdo cuando, ya no recuerdo quien.
Pero sí que fue un viaje para toda la vida
y que el último gesto, fue un gesto de desdén,
porque dejó olvidado su amor sin despedida
igual que una maleta tirada en el andén.
Y así, mi amor inútil, con su inútil reproche,
se acurrucó en su olvido, que fue inútil también.
Como esos pueblos tristes, donde llueve de noche,
como esos pueblos tristes, donde no para el tren.

Sunday, September 5, 2010

Canción de la Búsqueda, Jose Angel Buesa


Todavía te busco mujer que busco en vano,
mujer que tantas veces cruzaste mi sendero,
sin alcanzarte nunca cuando extendí la mano
y sin que me escucharas cuando dije: "te quiero..."

Y, sin embargo, espero. Y el tiempo pasa y pasa.
Y ya llega el otoño, y espero todavía:
De lo que fue una hoguera sólo queda una brasa,
pero sigo soñando que he de encontrarte un día.


Y quizás, en la sombra de mi esperanza ciega,
si al fin te encuentro un día, me sentiré cobarde,
al comprender, de pronto, que lo que nunca llega
nos entristece menos que lo que llega tarde.

Y sentiré en el fondo de mis manos vacías,
más allá de la bruma de mis ojos huraños,
la ansiedad de las horas convirtiéndose en días
y el horror de los días convirtiéndose en años...


Pues quizás esté mustia tu frente soñadora,
ya sin calor la llama, ya sin fulgor la estrella...
Y al no decir: "¡Es ella!" - como diría ahora -,
seguiré mi camino, murmurando: "Era ella..."

Saturday, September 4, 2010

POEMA DE LA CULPA, Jose Angel Buesa


Yo la amé, y era de otro, que también la quería.
Perdónala, Señor, porque la culpa es mía.
Después de haber besado sus cabellos de trigo,
nada importa la culpa, pues no importa el castigo.
Fue un pecado quererla, Señor, y, sin embargo
mis labios están dulces por ese amor amargo.
Ella fue como un agua callada que corría...
Si es culpa tener sed, toda la culpa es mía.
Perdónala Señor, tú que le diste a ella
su frescura de lluvia y esplendor de estrella.
Su alma era transparente como un vaso vacío:
Yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.
Pero, ¿cómo no amarla, si tú hiciste que fuera
turbadora y fragante como la primavera?
¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío
sobre la yerba seca y ávida del estío?
Traté de rechazarla, Señor, inútilmente,
como un surco que intenta rechazar la simiente.
Era de otro. Era de otro que no la merecía,
y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.
Era de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño:
las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.
Y ella me dio su amor como se da una rosa,
como quien lo da todo, dando tan poca cosa...
Una embriaguez extraña nos venció poco a poco:
Ella no fue culpable, Señor... ¡ni yo tampoco!
La culpa es toda tuya, porque la hiciste bella
y me distes los ojos para mirarla a ella.
Sí. Nuestra culpa es tuya, si es una culpa amar
y si es culpable un río cuando corre hacia el mar.
Es tan bella, Señor, y es tan suave, y tan clara,
que sería pecado mayor si no la amara.
Y por eso, perdóname, Señor, porque es tan bella,
que tú, que hiciste el agua, y la flor, y la estrella,
tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre,
tú también la amarías, ¡si pudieras ser hombre!

José Ángel Buesa

Thursday, September 2, 2010

Luis Eduardo Aute "Esta noche"

No es que muera de amor, muero de ti...., Jaime Sabines


No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma, de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.

Muero de ti y de mi, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro
acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.

Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros,
separados del mundo, dichosa, penetrada,
y cierto , interminable.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.


Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos oscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte ,amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
inconsolable, a gritos,
dentro de mi, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.